El pasado mes estuve en las Jornadas de Violencia Digital, en la fila cero para comentar un poco los resultados del estudio que estamos realizando. Me encantó escuchar a las compañeras Andrea Momoito y Laia Serra, abogada especializada en derechos humanos y género. Algo menos nos gustó escuchar al último ponente: el Señor Presidente de la Audiencia Provincial de Baleares; de ahora en adelante Sr.Juez o su Señoría.
Laia hizo un análisis muy completo de la problemática, ejemplificando y dando datos esclarecedores y algunos impactantes, analizando las tipificaciones y las necesidades de contemplar específicamente el asunto; Andrea relató en primera persona el aumento de la violencia el colectivo Pikara Magazine. Me quedo con dos cosas principalmente:
La reflexión de que en Pikara no le dieron la suficiente importancia mientras las violencias online escalaban, que aunque algunas fueran duras (el envío de fotografías de mujeres descuartizadas, es un ejemplo) y lo pasaran mal, no creyeron que iban a llegar hasta lo que han llegado; con ataques directos y difusión de datos personales, además de las pintadas en su redacción y amenazas. Esto da que pensar, en el sentido de que sabemos que puede pasar, pero nos cuesta protegernos.
La segunda, que no te puedes pasar más tiempo levantando tu web, bloqueando o limpiando ataques, que ejerciendo tu derecho a comunicar y al desarrollo de tu trabajo: en este caso, crear una revista. Esto es aplicable a cualquier trabajo o activismo relacionado con los derechos humanos, porque es un blanco claro de este tipo de atacantes. Como aprendizaje: tenemos que protegernos nosotras, antes o después, pero mejor antes porque si es después se te complica mucho la cosa y sufres más.
Hoy han aparecido de nuevo pintadas fascistas en la redacción contra la revista e @IrantzuVarela. No vienen a por nosotras sino #APorTodas. Tuitea tu respuesta al fascismo y al machismo con este hashtag, porque nos quieren calladas. pic.twitter.com/5J4GCYuZTn
— Pikara Magazine (@pikaramagazine) November 12, 2019
Llevo muchos años desde las redes y colectivos desde los que he participado convencida con el uso de herramientas libres; pero con una aplicación práctica algo laxa. Mi navegador por defecto es Firefox, donde tengo el buscador Duck Duck Go. Uso Thunderbird como gestor de correo, esta página está en Worpress, mi mensajería instantánea es Telegram y para procesos participativos apuesto por Decidim. Todas herramientas de código abierto y más seguras que otras con la misma función. Pero uso otras muchas que no.
Me he dado cuenta que las utilizo quizá más por el derecho a no compartir datos que por protección. Quizá haya llegado el momento de dar el salto a la segunda parte de la ecuación. Más cuánto más impacto quieras o esperes tener con tu trabajo o activismo…
Para el estudio que estamos haciendo, sí generamos un protocolo muy concreto de seguridad: brutos de entrevistas en local, cifrado, documentos enviados de punto a punto con la información más sensible, identificación de entrevistadas por colores y conocimiento del mismo solo por parte de las investigadoras, guardado de informes y documentos menos sensibles nuestro propio servidor a través de Nextcloud… lo que ha hecho complicada la forma de trabajar y los tiempos. Igualmente con la encuesta, ahora activa, en la que hemos tenido que tomar muchas medidas. Pero para el estudio, y derivado del estudio me he planteado seriamente la integridad de mis propios sistemas y protocolos; no ya solo de los colectivos.
En este sentido, ya tenía fichado el muy recomendable el Kit de autodefensa feminista del colectivo Donestech, representado por Dolca en las jornadas que nos dio una charla introductoria. Y en este sentido, debo ponerme las pilas de forma personal.
A raíz de este estudio me estoy replanteando mi propia libertad de expresión. La verdad es que no soy una comunicadora en redes. Si bien es cierto que he llevado algunas cuentas colectivas, desde mis cuentas personales apenas he entrado en polémicas. Me planteo si el no hacerlo (no será por falta de ganas a veces) es una cuestión también de género y autocensura. Digamos que estoy bien en mi zona de confort, en la que me contestan y comentan mayoritariamente personas que conozco, y me planteo si eso es mi propia naturaleza o no.
Porque en el mundo tangible, sí lo hago y lo he hecho. Antes de la ola feminista, yo era «la feminista» que sale a amargar en muchos grupos informales. Recuerdo varios choques, como la defensa de una desconocida que entraba a un bar y los de la mesa de al lado la llamaban puta por unas medias de rejilla; conversaciones familiares o con amistades con comentarios fuera de lugar; etc. Así que quizá si, quizá me autocensure…
Respecto al Señor Juez, hicimos una crónica en Twitter que puedes leer más abajo.
Solo añadir, que falta mucho camino y que es fundamental que se tomen en serio medidas inmediatas: formación en género al aparato judicial debería ser de las primeras. Otra: que los medios de comunicación comiencen a corresponsabilizarse de los mensajes que sigue dando.
Una de nosotras fue asistente al acto y de ningún partido. Así que no es parte. Hacer periodismo imparcial debería ser preguntar todas las versiones antes de publicar, no al revés.
Escribimos esto por que estamos cansadas del tratamiento al tema de violencia contra las mujeres https://t.co/XrYD9buJkF— Hybridas (@Hybridass) November 29, 2019
Imagen de portada:
A courtroom scene with a judge, a pregnant woman, a guilty looking man and an angry wife. Engraving by T. Cook after W. Hogarth. By: William Hogarthafter: Thomas CookPublished: – http://wellcomeimages.org Wellcome Library, London. Wellcome Images. Copyrighted work available under Creative Commons Attribution only licence CC BY 4.0 http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/
Imagen. Estudio Violencias. Estudio disponible en Pikara Magazine